I
La siesta
Junto a montañas
de espigas doradas,
el hombre y la mujer
duermen la siesta,
plácidos como niños.
De costado ella,
pañuelo en la cabeza.
De frente él,
los brazos como almohada,
señor de su sombrero.
Al lado,
compañeros,
los zapatos maltrechos
también duermen.
Más allá,
los bueyes pastando:
Otra sencilla forma
de silencio
y descanso.
Océano azul,
arriba,
el cielo esplende.
¿Supo Van Gogh
que en ese cuadro
había pintado
la felicidad?
Quien lo mira
no puede más
que agradecerlo.
II
La oreja
Al enviarle su oreja
a la prostituta,
después de pelearse con Gauguin,
Van Gogh sólo quería
que escuchara
las rabias
y las quejas
de su corazón desesperado.
Desde entonces
esa oreja
escucha al mundo.
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