domingo, 6 de noviembre de 2011

El triunfo de Petro

Por Hernando García Mejía

El triunfo de Gustavo Petro en Bogotá constituyó el gran suceso en las pasadas elecciones de alcaldes y gobernadores. Ello era hasta cierto punto previsible debido al desgaste de Peñalosa y a la poca audiencia de los demás contendores, pese a su juventud, pulcritud, empuje y preparación. Serio, tesonero, con un discurso fino y coherente, el antiguo guerrillero demostró durante su breve campaña que tiene madera de líder y que si ejecuta un buen papel en la alcaldía abrirá las puertas para una  casi segura candidatura presidencial, aglutinando sectores inconformes y grupos de la izquierda democrática. El país está madurando electoralmente para eventos de tal naturaleza. Y es bueno que así sea, pues la politiquería de los podridos cacicazgos tradicionales ya hizo suficientes estragos.

En su primer discurso de ganador el nuevo alcalde dijo cosas muy interesantes y hasta inusuales. Habló incluso de amor, de humildad, de inclusión, de los niños de la primera edad y de la necesidad de cuidarlos y nutrirlos para mejorar las generaciones futuras. Ahí dio en el clavo. El problema de la marginalidad social y del hambre está acabando con nuestros niños y dañando el futuro del país con gente débil, triste y resentida. Es obvio que cuidar bien la infancia posibilita mejores ciudadanos.

La merecida victoria del joven y aguerrido caudillo popular acabó definitivamente con el proyecto político-administrativo de Peñalosa, quien se quemó una vez más. La tontería y la carencia de astucia y olfato políticos del ex alcalde dan grima. Solo a él se le ocurre mostrarse tanto con un personaje tan desacreditado como Álvaro Uribe, que hunde y pudre todo lo que toca. Además, los bogotanos saben que el tipo no quiere a la ciudad ni a su gente. Y exhibirse con él, en una especie de pantallera reviviscencia de don Quijote y Sancho, resultó muy dañino. Además, ¿qué ofrecía Peñalosa?  ¿Más bolardos y losas reventadas?

Con la quema de Peñalosa continúa el hundimiento de Uribe. Ya solamente los ingenuos le conceden capacidad influyente o decisoria. Pasó su cuarto de hora. ¡Menos mal!

Otros derrotados fueron el fastidioso e impotable José Obdulio Gaviria y su compinche J.J. Rendón –tal para cual– quienes estuvieron en Medellín con el combo de Luis Pérez, también borrado del escenario electoral a pesar de su cauda popular de las comunas. 

Personalmente, creo que Medellín y Antioquia ganaron con Aníbal Gaviria y Sergio Fajardo, que ya demostraron experiencia y convencieron con su seriedad y honradez, virtudes fundamentales sobre todo para navegar en el mar de corrupción en que está transformada la administración pública.

Broche

El prestigio no se compra ni improvisa.


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